Esta es una tarta para alguien muy especial. Cumple 50, pero como si tuviera 14, porque es la persona con mas proyectos utópicos e ilusiones que conozco con esa edad. Si no fuera porque tiene dos hijos estaría segura que aún cree en el ratoncito Perez y los Reyes Magos. Tiene en la cabeza los proyectos mas inverosímiles del mundo y claro, como madre puede ser la mas divertida que te puedas encontrar. Es mas su hija es la que la mira y sonríe cuando la oye contar alguno de sus nuevos proyectos e ilusiones.
Lo último que se le ha ocurrido es poderse ir a vivir a una isla desierta..¡Pero si ya no quedan, y todas tienen dueño!..., le dije, pero me contestó toda sería..¡Tu que sabrás!.
Desde que la conozco, todos sus viajes han sido a paraísos de la naturaleza, Brasil, Costa Rica, Kenia....y la conozco desde hace mucho, porque soy su hermana mayor.
Así que la tarta no podía ser otra, que una donde se reflejara su sueño de la isla desierta, la naturaleza, un sol que le sonríe cada día, un león que seguramente que sería amigo suyo, y la oruga con la que charlar..un sarantontón para alegrarle la mañana y un mono para jugar con el. Y por supuesto sus lemas favoritos... No hay problemas, se feliz, y vive el momento.
Las recetas no tienen mucho que explicar si no fuera por la dificultad de trabajar fondant en días con tantísimo nivel de humedad en el ambiente. Aunque contradiciendo todas la teorías sobre este material yo me atrevo a meterla en la nevera sin ningún problema, y al sacarla dejarla que se atempere suavemente, mejor en una caja de cartón o bajo una cúpula de cristal o plástico que la temperatura no cambie de golpe y no empiece a sudar.
¿Quien dijo que las tartas de fondant no aguantas rellenos jugosos? |
Quién no ha querido ir a una isla desierta, alguna vez en la vida? Pero chica, si da pena comerse la tarta... umm
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