Me mira de frente y dice....¡Madre!, ¿como era aquella tarta de queso que hacías cuando éramos chicos? ...era tanto lo que me gustaba que me levantaba de madrugada para ir a la cocina a comer un trozo. ¿Tu crees que nos sabría igual ahora?.

No tenía ni idea de que mi hijo devoraba tarta de queso durante la noche, como siempre fue delgado, nada me hacía sospechar.
Estar tarta era mucho antes de que se pusieran de modas y pasaran a llamarse cheescake incluso por los que somos de habla hispana.  Era una sencilla tarta de queso hecha con quesistos y yogurt y algo de queso philadelphia.
Enseguida me puse a buscar la receta. Hacía mas de 20 años que no ha había vuelto a hacer, pero en cuanto me puse manos a la obra el olor de la cocina me recordaba a las tardes en invierno cuando mis hijos eran chiquititos y llegaban del cole. 

La receta me la dio una compañera de la oficina hace mas de 25 años y desde  el primer día que se las hice se convirtió en la tarta de queso favorita de mi hijo. 

Es muy sencilla de hacer y no ensucias nada. Y puedes hacerlo con cualquier batidora de andar por casa, nada de robots importantes ni mucho trabajo montando punto de nieve. 

Queda bajita, a menos que prefieras una tarta mas alta que puedes duplicar las cantidades de la mezcla de queso.

La cantidad de mantequilla y canela es un poco a ojo, la mantequilla la suficiente para que no se te queden las galletas muy sueltas y la canela al gusto. Yo he puestos cantidades, para aquellas personas a las que le resulta muy difícil trabajar a ojo.

Han transcurrido cerca 30 años desde la primera vez que la hice, y sigue estando igual de rica.

Se mezcla todo y se vierte encima de la base, con cuidado para que no se te levante.

Al horno, aproximadamente, de 45 minutos a 1 hora, hasta que pinches y salga limpio el cuchillo o un picho de madera.

Dejas enfriar sin desmoldar y cuando esté tibia ya puedes quitar el molde.