Entre las muchas costumbres que cada vez mas vamos asumiendo de USA, el Halloween y ahora el Baby Shower son dos de ellas que me han tenido que explicar de que se trata,  porque no tengo muy claro de que va la cosa. Bueno, realmente estoy mintiendo, algo he visto en las películas. Esas fiestas que normalmente organizan a la hora de merendar y donde se reúne las mujeres en torno a una embarazada para agasajarla.
Sinceramente no se como se organiza ese tipo de fiesta ni cómo funciona, así que busqué y busqué por internet y encontré todo tipo de tartas y dulces con colores en tonos pastel y detalles de bebé, zapatitos, biberones y todas esas cosas. Entonces me dice mi hija que el tema es “Dragones y princesas”. Eso ya era rizar el rizo, no me gustan las tartas color rosa de princesas y ni idea de que hacer hasta que soltó.. ¡Mamá podemos hacer un dragón bebé, eso a Vero le va a encantar!. ¡Estupendo! le respondí,  (pensando por dentro, no te imaginas el trabajo que nos espera) porque últimamente he cogido la costumbre que cuando me piden hacer una tarta complicada para otra persona les obligo a involucrarse, al menos con las figuras que es lo que mas tiempo lleva.

Así que entre mi hija, su amiga Adriana y yo, pasamos toda una mañana completa solo para modelar el dragoncito, las alitas, las uñas e intentando que tuviese una expresión bonita y dulce en su cara porque era para una de las mejores amigas de mi hija.

Es una única tarta la de la parte alta, la de abajo es un dummi de poliespan especial para tartas, forrado con  fondant y que la homenajeada ha querido conservar con el dragoncito encima hasta que nazca el bebé.

El interior de cebra vainilla y chocolate y la crema un ganache de chocolate con leche, receta copiada literalmente del libro de Patricia Arribálzaga, con una sola modificación, en el porcentaje de nata que puse en la crema. A mi me gusta un poco más ligera y con el fondant queda igual de consistente para mantener la estructura.